1. Reconocimiento social del emprendedor. Historia, prestigio y emprendimiento.

28 de junio de 2012|In Uncategorized1

Es de todos sabido que cualquier sociedad que aspire a la prosperidad, ha de contar con un notable porcentaje de población dispuesta a iniciar una aventura empresarial.

Sin duda, las motivaciones por las que se decide a emprender son tan diversas como los propios emprendedores, si bien creemos que hay una razón que puede ser determinante tanto en sentido positivo como al contrario. Se trata de la consideración social del emprendedor.

En este aspecto, las diferencias culturales y políticas a lo largo de la Historia son notables entre los diferentes países y las regiones, existiendo las sociedades que estimulaban el emprendimiento, y en las que no se valoraba suficientemente esta figura.

En Europa, la ruptura progresiva entre la Edad Media y la Edad Moderna se materializó, entre otros factores, a través de la creación de redes comerciales, instauradas por personas emprendedoras que se agrupaban en los Burgos, ciudades independientes, o en los barrios de las diversas metrópolis, y que dieron lugar al origen de la palabra burgués.

Fueron las ciudades que mejor se adaptaron al nuevo modelo, como las florecientes Venecia, Génova o las que formaban la liga Hanseática, las que supusieron auténticos focos de prosperidad y modernidad, en contraposición con la etapa de oscuridad y pobreza anterior. Esta dialéctica de modelos propició el principio de una nueva organización social que coincidió con las diferentes luchas entre las iglesias cristianas, muchas de las cuales discutían la autoridad del Vaticano, y que dio lugar a una nueva ética protestante que algunos autores, como Max Webber, consideran íntimamente unida a la generación del Capitalismo.

Las crecientes transacciones económicas, supusieron la introducción de nuevos productos y servicios que aumentaron el nivel de vida de la población, y generaron la creación de oficios y actividades que hasta el momento no estaban extendidos, y que en algunos casos eran incluso desprestigiados.

Este fenómeno rupturista del Medievo fomentó el Renacimiento y la apertura al reconocimiento social de la figura del emprendedor, tanto en lo comercial como en lo sociocultural. Relacionadas con tales actividades empresariales y laborales nacen figuras hasta entonces desconocidas, como el mecenas o las casas señoriales.

La aparición de la burguesía resulta también el germen de la trama urbana en el continente europeo, hasta entonces eminentemente rural, e instalado en una economía de subsistencia y vasallaje.

Fue más tardíamente cuando la Independencia de las trece colonias británicas en América del Norte, las posteriores Revoluciones Francesa e Industrial, y por supuesto, el nacimiento del estado nación, así como el Colonialismo Europeo, auparon a un crecimiento social y económico que cimentó las bases de la nueva economía occidental, diferenciándose ya definitivamente del Antiguo Régimen. Se da paso así a la empresa y a la figura del empresario, una época denominada como Capitalismo Clásico.

Estos ecos se dejaron oír en las Islas Canarias. Pero ¿qué pasó realmente en Canarias?

En nuestras Islas, el transcurso histórico del desarrollo económico y social fue de manera más lenta y prolongada en el tiempo, es decir, con una visión más estática y dependiente del Continente y de los avances políticos y económicos que se sucedieran en España. Aún así, el caso canario, es un buen ejemplo de los beneficios que acarrea el empuje emprendedor, y por tanto, de la necesidad de su reconocimiento social. El emprendedor siempre ha supuesto una necesidad vital para el devenir de las sociedades isleñas.

Echando la vista atrás, la Administración del estado español representaba el papel protagonista en Canarias en materia económica, compaginándose con grandes señores propietarios de tierras de cultivo, así como, en menor medida, con los pequeños artesanos y otros trabajadores de servicios en general.

Aquella imagen, que va de los Siglos XVI al XIX, se fue transformando gracias a los puertos de las diferentes Islas, cuyo concurso ha resultado básico en la expansión comercial de aquéllos que aprovechaban los recursos naturales de las Islas, los que se atrevían a buscar nuevos mercados, o quiénes decidían ofrecer novedades a sus conciudadanos. La actividad comercial se convierte de esta forma en la cabeza visible del desarrollo económico canario, en gran medida, gracias a la presencia de nuevos empresarios provenientes de la Europa más Industrial, que vieron las grandes oportunidades que suponían nuestras materias primas como productos manufactureros en los mercados europeos.

Copy LinkWhatsAppXLinkedInFacebook
Copy LinkWhatsAppXLinkedInFacebook